El vino es una bebida alcohólica fermentada a partir de uvas. Hay dos tipos principales de vino: tinto y blanco. En este texto vamos a conocer la diferencia entre ellos, prestando atención a cada uno de los aspectos representativos. Es importante tener en cuenta, como explican los expertos de los viveros vid, PlantVid, “existen una infinidad de variedades de vid tanto para vinificación como para uva de mesa, e incluso para ambos usos”.
Proceso de elaboración
Una de las principales diferencias radica en el proceso de elaboración. Mientras que el vino tinto se elabora con la piel de la uva, lo que le da su característico color y sabor. La uva se macera durante varios días, lo que permite que los taninos de la piel se extraigan al vino. En cambio, el blanco se elabora sin la piel de la uva. El zumo de la uva se fermenta directamente, sin maceración.
El proceso de elaboración en ambos casos consta de los siguientes pasos:
- La vendimia: el primer paso es la recolección de la uva. El momento ideal varía según la variedad, el clima y el estilo de vino que se desea producir. La vendimia puede ser manual o mecánica, y se realiza con sumo cuidado para evitar dañar las uvas.
- Estrujado y prensado: tras la vendimia, las uvas se despalillan y estrujan para extraer el mosto. En el caso del vino tinto, la maceración pelicular permite que el color y los taninos de las pieles se integren al mosto.
- Fermentación: el mosto se fermenta con levaduras, que transforman los azúcares naturales en alcohol. La temperatura y el tipo de levadura determinarán las características del vino. La fermentación alcohólica puede durar entre 7 y 10 días.
- Fermentación maloláctica: en el caso del vino tinto, se realiza una segunda fermentación, la maloláctica, que transforma el ácido málico en ácido láctico, suavizando el vino.
- Clarificación y trasiego: el trasiego del vino implica verterlo de un recipiente a otro para separarlo de las lías, que son sedimentos que se acumulan en el fondo. La clarificación es un proceso adicional para eliminar cualquier impureza y hacer que el vino luzca más claro y brillante.
- Crianza: significa dejarlo en barricas de roble durante un tiempo. Esto le da al vino aromas y sabores como madera, especias y vainilla. La cantidad de tiempo que pasa en la crianza depende del tipo de vino.
- Embotellado: después de preparar el vino, se pone en botellas y se deja reposar por un tiempo para que termine de desarrollar su sabor. El corcho o una tapa de rosca sella la botella y permite que el vino se conserve por muchos años.
Color
El vino tinto se caracteriza por su color rojo. Esto se debe a los pigmentos naturales de las pieles de las uvas tintas, principalmente las antocianinas. Durante la maceración, estos pigmentos se disuelven en el mosto, otorgándole al vino su característico color.
El vino blanco, en cambio, se elabora con uvas blancas, sin pieles. El color amarillo pajizo o dorado proviene de los pigmentos naturales de la uva, como los flavonoides y carotenoides, y se intensifica durante la oxidación del mosto.
Por lo tanto, los factores que influyen en el color son los siguientes:
- Variedad de uva: de ella depende la concentración y la composición particular de pigmentos. De ello depende el color y su intensidad.
- Técnicas de elaboración: entre ellas la duración de la maceración, la temperatura de fermentación y el tipo de barrica.
- Edad del vino: el color del vino tinto evoluciona con el tiempo, tornándose más anaranjado o teja con la crianza. El vino blanco, por su parte, tiende a oscurecerse ligeramente con la edad.
Sabor
En el vino tinto los sabores son generalmente más intensos y complejos, con una gama que va desde frutas rojas y especias hasta chocolate y tabaco. La presencia de taninos le da una textura rugosa y astringente.
En el vino blanco son más ligeros y frescos, con notas a frutas cítricas, manzana verde, flores y melocotón. La ausencia de taninos los hace más suaves y fáciles de beber.
Las claves del sabor se deben a:
- Uvas: las uvas tintas, como Cabernet Sauvignon, Merlot o Pinot Noir, aportan sabores a frutas rojas, especias, chocolate y tabaco. Las uvas blancas, como Chardonnay, Sauvignon Blanc o Riesling, ofrecen sabores a frutas cítricas, manzana verde, flores y melocotón.
- Taninos: los taninos son los encargados de dar astringencia y estructura. Los vinos blancos no tienen taninos.
- Acidez: aporta frescura y equilibrio al vino. Los vinos blancos tienen, por lo general, más acidez.
- Azúcar: la cantidad de azúcar varía según el tipo de vino. Los vinos tintos más secos tienen un bajo contenido de azúcar. Algunos blancos son dulces.
- Alcohol: la cantidad de alcohol influye en el sabor. Los vinos tintos suelen tener mayor alcohol que los blancos.
Taninos
Los taninos son como ingredientes naturales del vino que están en las cáscaras, semillas y tallos de las uvas. Son los que hacen que el vino tenga esa sensación áspera en la boca. Los vinos tintos tienen más taninos que los blancos porque las uvas rojas fermentan con su cáscara. Mientras que las uvas blancas generalmente se fermentan sin ellas.
Además, en el tinto suelen ser más maduros y suaves que los del vino blanco. Esto se debe a que las uvas tintas se cosechan generalmente cuando están más maduras, lo que da como resultado taninos más redondos y agradables.
Además de dar la sensación que produce en la boca, los taninos en el vino también agregan ofrecen un extra de sabores. Por ejemplo, frutas oscuras, especias o el toque amaderado. En el caso de los vinos blancos, los taninos pueden tener un sabor más herbáceo y fresco.
Acidez
Los vinos blancos suelen tener más acidez que los vinos tintos. Debido a que las uvas blancas se recolectan antes, lo que significa que tienen menos azúcar y más acidez.
Por otro lado, los vinos tintos tienden a tener menos acidez que los blancos. Esto se debe a que las uvas tintas se cosechan generalmente cuando están más maduras, lo que da como resultado un pH más alto (menos ácido).
Los factores que afectan a la acidez son:
- Variedad de uva: algunas variedades de uva, como Sauvignon Blanc, son naturalmente más ácidas que otras, como Chardonnay.
- Clima: los climas más fríos tienden a producir uvas con mayor acidez.
- Suelo: los suelos con bajo contenido de pH pueden producir uvas con mayor acidez.
- Prácticas de elaboración: en la elaboración del vino, a veces se añade ácido tartárico o ácido málico para aumentar la acidez del vino.
Maridaje
El maridaje es simplemente la idea de combinar comida con bebida, especialmente vino, para que tanto la comida como la bebida sepan mejor juntas. El objetivo es encontrar la mejor combinación de sabores, texturas y aromas entre lo que se come y lo que se bebe.
Por ejemplo, los vinos blancos, que son más ácidos, van muy bien con pescados grasos como el salmón o la caballa porque la acidez del vino ayuda a equilibrar la grasa del pescado, haciendo que el sabor sea más agradable.
Los vinos tintos, por su parte y debido a la falta de acidez, en comparación con los blancos no se recomienda con este tipo de platos.
Los taninos del vino tinto le dan estructura y cuerpo. Si los combinas con platos muy ligeros, como ensaladas, pueden opacar el sabor de la comida. Los vinos blancos, con taninos más suaves, van mejor con este tipo de platos.
Los aromas y sabores de los vinos tintos, como frutas rojas, especias y madera, van bien con carnes rojas, caza y quesos fuertes. Mientras que los vinos blancos, con aromas a frutas cítricas, flores y hierbas, se llevan mejor con pescados, mariscos, aves, pastas y ensaladas.
Temperatura de servicio
La temperatura a la que se sirve el vino influye tanto en el sabor como en el olor. Ambos tipos de vino tienen que consumir en la temperatura adecuada para disfrutar de él con todos los sentidos.
Los efectos de la temperatura:
- Evaporación de aromas: cuando el vino está a una temperatura más alta, sus aromas se liberan más rápido, haciendo que huela más fuerte y rico. Pero si está demasiado caliente, puede ocultar los aromas delicados y causar olores desagradables a alcohol.
- Percepción del sabor: cuando algo está frío, como el vino blanco, las papilas gustativas no pueden detectar los sabores tan bien. Esto significa que no se notará la acidez o el dulzor del vino de la misma manera que lo harías si estuviera a temperatura ambiente.
- Taninos: los taninos son los que le dan al vino tinto esa sensación de sequedad en la boca. Si el vino está muy frío, esos taninos pueden hacer que esa sensación sea aún más fuerte y desagradable.
- Acidez: la acidez en los vinos aumenta cuando la temperatura es más baja, es decir, cuando más fríos están. Por ello, un vino blanco no es aconsejable servirlo muy frío pues la acidez y amargura aumenta.
Teniendo lo anteriormente en cuenta y según diferentes estudios, los vinos tintos tienen que mantenerse y servirse a una temperatura de entre 14°C y 18°C. Cuando se trata de tintos jóvenes y ligeros pueden ser algo más fríos. En cambio, los de crianza o más robustos, es mejor con una temperatura más alta.
En cambio, en los tintos blancos la temperatura varía según su estilo. Mientras que los vinos blancos jóvenes y ligeros se aconseja servir entre los 7°C y 9°C; los de crianza o de cuerpo más complejo pueden aumentar su temperatura a 9°C y 11°C. Por otro lado, los más dulces, suelen rondar entre los 6°C y 7°C.