Para deportistas y todo aquel que quiera cuidarse un poquito y eliminar el exceso de azúcares de su dieta. Los dulces, los bollos, los pasteles, el pan… son caprichos que a todo el mundo tientan de vez en cuando. En ocasiones más que de vez en cuando, como bien saben en El Molí Pan y Café, franquicias de panaderías cuyos productos no pasan desapercibidos. Con lugares como este, no hay quien pueda resistirse a una de estas tentadoras hogazas de pan o una dulce napolitana.
Comer un bollo de cuando en cuando no resulta un problema. El pan tampoco es ese enemigo cruel que nos hacen creer. La cuestión es que hacemos un consumo indiscriminado de todo tipo de productos cargados de azúcares y grasas poco saludables, en detrimento de otros alimentos más saludables. Como la mayoría de los mortales, somos débiles e incapaces de evitar la tentación y sucumbimos a ella sin remedio, hay que inventarse nuevas formas de comer estos productos pero de manera, más saludable.
Aquí es donde entra en escena el pan proteico y la bollería, también proteica. Si bien habrá quien se considere el descubridor de esta panacea particular, el pan proteico se hace desde hace décadas y se consume desde antes de los ochenta en dietas hipocalóricas donde prima el consumo de proteínas. Aunque si, es en los últimos años cuando ha cobrado mayor popularidad. Tal es dicho aumento que puedes comprarlo en lugar de hacerlo por ti mismo. Antes, este tipo de pan, generalmente se elaboraba para consumo propio.
El culto al cuerpo, la dieta sana, el sentirse bien con uno mismo y por supuesto, por motivos de salud, han derivado en que este tipo de productos, conocidos como proteicos, formen parte de nuestra vida cotidiana. Ya no es difícil ni raro encontrar en las estanterías del supermercado todo tipo de productos proteicos, también denominados, fitness. Esta denominación es debida a que los que practican fitness son los más fervorosos promotores de este tipo de alimentos.
Los ladrillos del cuerpo
Esta necesidad de proteínas tan acuciante que poseen los deportistas tiene una razón bastante lógica: las proteínas son los ladrillos del cuerpo. Estos elementos tan necesarios, son los encargados de mantener los músculos fuertes y en condiciones. Una dieta alta en proteínas y una rutina de ejercicio físico son las responsables de que la musculatura aumente y se tonifique.
Lo malo de todo esto es que nos olvidamos de que el cuerpo no solo necesita de proteínas para funcionar. Los hidratos de carbono y las grasas son igualmente necesarios, en su justa medida como las proteínas. Ningún exceso o defecto de estos nutrientes es bueno para el organismo aunque la tendencia sea pensar lo contrario.
En cualquier caso, reducir la ingesta de grasas y azúcares de la dietas siempre va a ser saludable, dado que solemos hacer abuso de ellos y el organismo no sabe qué hacer con esos excesos así que, lo acumula. Será siempre mejor consumir más proteína y menos hidrato y grasas, por supuesto. Pero no eliminarlos de la dieta.
Hay que comer de la forma adecuada para que los nutrientes hagan mejor sus funciones. La proteína es mejor consumirla de noche para que repare el organismo durante el descanso, mientras que los hidratos, se procesan mejor si los tomamos por la mañana y nos dan gasolina para todo el día. No hay que olvidar que en realidad, son eso, energía.
¿Qué pasa entonces con el pan? ¿Cuándo es mejor consumirlo? El pan, se considera como un carbohidrato complejo debido a que su composición nutricional cuenta con un mayor nivel de este nutriente. Sin embargo, es a su vez un alimento bastante proteico, pues aportan unos diez gramos de proteína por ración. Uno de los mayores problemas que presenta el pan, como sucede con la pasta o el arroz es que no se consume solo. Lógicamente son alimentos para comer acompañados. Lo que no se nos cuenta es que según que otros alimentos lo acompañen, el cuerpo los absorbe de manera diferente y puede hacernos engordar. Aunque este asunto es algo más complejo de tratar y no es lo que nos atañe en este momento.
Como decíamos el pan es un alimento con bastante proteína en su composición. Los ingredientes de un pan común y corriente son harina, agua, sal y levadura. Si con estos ingredientes ya tiene esos niveles de proteína, podemos hacernos una idea de lo fácil que puede resultar incrementarlo añadiendo harinas más proteicas, como pueden ser las de avena, soja, garbanzo… o incluyendo en la receta semillas que, suelen ser bastante proteicas. De este modo, el pan pierde hidratos de carbono y los gana en proteína. Pero eso no quiere decir que no tenga hidratos. Si bien disminuye en el porcentaje en el que sube la proteína, esto no es más de un diez o doce por ciento. Algo que realmente está muy bien, pero no hay que dejarse engañar.
Lo llamamos proteico porque tiene el doble de proteínas que el pan normal, pero sigue siendo un carbohidrato complejo. No obstante, los panes proteicos sí que cuentan con mayor número de nutrientes en su composición. Al añadir otro tipo de harinas o ingredientes con más riqueza en minerales o vitaminas, el pan se enriquece de forma notable.
Indudablemente, este tipo de pan es saludable para todos, no solo para los deportistas o aquellos que quieran bajar de peso. Aunque donde resulta más interesante es en caso de los deportistas, mujeres embarazadas y lactantes, personas convalecientes o mayores.
Mucha variedad para todo tipo de consumidores
Todo lo relacionado con el fitness está cada vez más presente en la alimentación. Ya comentábamos párrafos atrás como este tipo de productos han ganado terreno en las estanterías de los supermercados. Mientas que hace apenas unos años, encontrar algún dulce apto para deportistas se quedaba en las barritas energéticas de turno, que no estaban nada mal sea dicho ya de paso, ahora las barritas energéticas han pasado a las proteicas, el chocolate también proteico y todo tipo de bollería, supuestamente, saludable.
Los frutos secos forman parte de la gran mayoría de esos productos por su alto contenido en proteína y el poder saciante que poseen. Pero donde realmente se encuentra la novedad, es en la bollería o incluso, las masas para pizza que es posible encontrar en los supermercados o tiendas especializadas. Incluso las panaderías ofrecen algunos de sus productos en versión proteica.
Esto es posible del mismo modo que es posible hacer que el pan, sea proteico. Las harinas con las que se elaboran las masas, se mezclan con harinas más proteicas para aportar la cantidad necesaria y los rellenos, se hacen con fórmulas en las que se añada proteína y se sustituya el azúcar por edulcorante o similares.
Hay que destacar que en el caso del pan proteico, es muy posible no notar la diferencia con un pan normal, seguramente hasta resulte más sabroso y con una textura más que interesante. Sin embargo, a mayor cantidad de proteína, la textura se va tornando más gomosa y menos agradable. En cuanto a la bollería, puede suceder algo similar, sobre todo si nos encontramos con rellenos o coberturas que no estén bien elaborados o cuenten con demasiado edulcorante en su composición. Algunos endulzantes artificiales aportan matices al sabor que no resultan muy agradables al paladar, aunque todo esto poca importancia tiene, pues se trata de darse un capricho puntual sin salirse de la dieta proteica. Aunque en ese caso, si vas a saltarte la dieta, hazlo bien y no renuncies a un dulce de verdad que, por una vez, no pasa nada.
Como no solo de pan vive el hombre, podemos encontrar infinidad de productos alimenticios cargaditos de proteína y en este caso, no tienen nada que envidiar a sus homólogos. Es el caso de los lácteos y postres de esta clase. Es muy habitual encontrar todo tipo de postres proteicos, desde gelatinas hasta yogures: chocolate, vainilla, yogur, gelatinas, bebidas proteicas, flanes e incluso natillas, mouse de vainilla, chocolate o avellana y algunas variedades más a gusto del consumidor.
Es posible también encontrarse con cremas para untar de todo tipo de sabores que hacen que la Nocilla o la crema de cacahuete queden anticuadas por tener un par de variedades. En tiendas especializadas, es posible encontrar todo tipo de productos cargados de proteína y capaces de sustituir a los demonizados hidratos de carbono.
A modo de conclusión, no está mal que existan este tipo de productos. En la mayoría de los casos cumplen bien con su cometido, son productos saludables que solo sustituyen un nutriente por otro para hacerlo más sano. Sin embargo, aunque se trate de productos, a priori, saludables, lo que suele ocurrir en estos casos, es que se cae de forma inevitable en el abuso. Pasaba con los alimentos light y pasa con todo lo que promete ser más sano. Como es más sano o light, me como dos. Al final, el problema no está en el producto si no en el consumo excesivo del mismo. Educar en la mejor forma de alimentarse es esencial para que el pan proteico y todos sus compañeros, sean realmente efectivos.